Durante más de dos siglos, el pueblo de Sant Lluís vivió de sus tres molinos de viento, ya que la mayoría de los labradores de todo el término municipal acudían a moler el grano de sus cosechas.
El Molí de Dalt, construido en el siglo XVIII y restaurado en el año 1987, es el único que sigue en pie. Está pintado de blanco y azul celeste y representa, sin duda, el emblema del pueblo.
El antiguo molino harinero es sede en la actualidad del Museo Etnológico de Sant Lluís, donde podemos encontrar una magnífica colección de instrumentos y herramientas del campo, así como de algunos oficios ya desaparecidos.